Thursday, December 8, 2011

Bogotá - Duitama - Barbosa - Floridablanca

Este viaje de regreso a casa se convirtió en toda una hazaña: 533km, dos personas en una motocicleta, y casi el 70% del camino mojado y más de la mitad del recorrido bajo lluvias y lloviznas que a la verdad fueron las que incrementaron el tiempo del viaje.

Partimos de la casa de mi tía Zoraida en el sur de Bogotá a las 4:30, es muy chévere atravesar la capital a esa hora gracias a que casi no hay tráfico, aunque el transitó tocó con mucha prudencia debido a uno que otro que se cree Schumacher a pesar de tener las vías resbalosas.

Cerca de las 7:30 llegamos a el Puente de Boyacá, un sitio de gran importancia histórica para Colombia ya que en 1819 se libró la lucha que se conoce como Batalla de Boyacá; lastimosamente, debido al frío y la lluvia no pudimos tomarnos las fotos con mejor pinta que nuestros trajes de acuamán.  El sitio debe verse muy bonito en la noche, ya que tiene una gran cantidad de adornos para la temporada navideña.

Continuamos nuestro camino hasta Duitama, luego de desayunar en Paipa; allí vistamos de forma rápida a un amigo de mi papá: Luciano Lopéz, a quien yo tuve la oportunidad de visitar hace 2 años cuando por cuestiones laborales pasé por allá.
Estando allí teniamos un dilema: regresar hasta Tunja para retomar el camino hacia Bucaramanga, o aventurarnos por la vía que conduce por Charalá a San Gil.  Optamos por la prudencia y la prevención antes que por la aventura, así que nos encaminamos hacia Tunja aunque tomamos un desvío por Cómbita para no entrar a la ciudad.

Hasta el momento ya nos había cogido la primer lluvia, luego en el descenso que pasa por Arcabuco hasta llegar a Moniquirá, nos cogió el segundo, esta vez en un frío más intenso y con el esfuerzo de un descenso lento que le tocó a mi papá al comando de la moto.


En Barbosa ya el clima cambió, muy agradable y tiempo seco, cosa que solo nos duró hasta pocos kilómetros después de Santana, donde nos empezó la lluvia suave pero que solo acabó cerca del sitio Los Curos.

Era la primera vez que bajaba conduciendo la moto por pescadero de noche; eso fue una locura, muy peligroso, solo se alcanzaba a ver la calzada y las barandas y saber que al otro lado de estas se encontraba un oscuro abismo (aunque de vez en cuando salía un volador desde cerca del río debido a la celebración del día de las velitas); la cantidad de autos y camiones a los que nos cogió la noche en ese sitio, y las piruetas que tocaba hacer para poder sobrepasar a algún camión entre tanta curva, carretera mojada, llovizna suave y el deslumbramiento por las luces de los vehículos hacian de este tramo una fuerte prueba de manejo con muchos riesgos.
Aunque mi papá dice que manejé bien y que no asumimos riesgos, en mi opinión creo que si nos arriesgamos sin mucha necesidad en algunas ocasiones por imprudencias mías como de los otros conductores con los que casi chocamos.
En fin, la próxima tomaré las cosas con más calma aunque eso represente quizás una hora más de viaje.

Gracias a Dios pudimos llegar de nuevo a casa, el día festivo lo tomamos para descansar y organizar un poco las cosas luego del viaje, y ahora retomar nuestras actividades cotidianas.

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