Tuesday, December 27, 2011

¿Sabemos dónde estamos parados?

Es muy común escuchar de la gente que tiene los recursos y el tiempo para realizar viajes y conocer otros pueblos (en el caso local), o quizás otros países; llegan hablando del gran patrimonio histórico y cultural que tienen esos sitios sin pensar que la ciudad donde vivimos, el barrio en el que estamos o aquellos lugares que se han vuelto comunes para nuestras vidas también tienen o representan un legado cultural cuya historia desconocemos.
Ahora me encuentro inquieto por conocer la historia de mi región, para tener más cosas de qué hablar del lugar que me vio crecer cuando salga a conocer otras culturas de Colombia o el exterior. Todo esto no salió de la nada, la verdad hacía tiempo me había tropezado con un programa de historia en Señal Colombia (uno de los canales con pocos televidentes pensado para los pocos colombianos que aprecian la cultura nacional), como poco veo su programación excepto cuando transmiten mi deporte favorito: el ciclismo, no me había fijado del horario ni de la sinopsis de este trabajo; por fin otro día me acordé de aquel programa y decidí buscar en Señal Colombia la información pertinente.

Al analizar el programa junto con nuestra cultura, veo que tenemos un gran vacío respecto al conocimiento de nuestras raíces, de los orígenes de las poblaciones donde nacimos, crecimos y vivimos nosotros y nuestros padres, del significado de aquellos bustos, monumentos o esculturas que están en los parques, del diseño estructural, arquitectónico y urbanístico junto con sus respectivos nombres de todo lo que vemos en la ciudad, o mejor dicho: “no sabemos dónde estamos parados”.

Lo invito a que revise el directorio telefónico, pues ahí debajo del teléfono al alcance de su mano, está el libro que tiene una sección en páginas verdes precisamente para que usted conozca más de su región y sepa dónde tiene que empezar a escudriñar la historia de su ciudad; entérese de lo que pasa y ha pasado en su región, no sabe la cantidad de respuestas que encontrará a las situaciones sociales y urbanísticas que lo rodean; véase el programa que le menciono, lo pasan a la 1:30pm en Señal Colombia; y haga lo posible para que no “dar papaya” y que un visitante le diga “usted no sabe ni donde está parado”.

Tuesday, December 13, 2011

El Marfil / Puerto Boyacá

Como cosa rara conmigo, para salir a dar una vuelta en la moto lo único que necesito es una excusa, así yo no la entienda del todo.   En este caso, el pastor Oscar me invitó a ir hasta la finca del papá de él, pero en un principio no me dijo que era hasta Puerto Boyacá y mucho menos la cantidad de kilómetros que recorreríamos para llegar allá.

El viaje que según el nos demoraríamos 4 horas y media por mucho, resulto ser de más de 6 horas, ya que no contó con que dos en una moto rinde menos además de que toca parar más seguido a descansar; el viaje empezó a las 15:50 desde Girón y llegamos a El Marfil a las 22:00, después de uno largo tramo por carreteras llenas de largas rectas y un pequeño tramo ya llegando al sitio con carretera destapada, en la cual gracias a Dios nos salvamos de probar el piso más de una vez.

Allá, don Carlos (Oscar's father), muy amablemente nos atendió como si estuvieramos en nuestras casas y de pasó me invitó a ir a conocer la finca que tiene en medio de la "selva", quizás le digo así no más de pensar que solo se puede llegar a caballo luego de 5 horas de camino desde la otra finca del señor.  Dios quiera que pueda ir pronto allá con mi señor padre.


Como de ida, más de la mitad del camino estuvo en las tinieblas, de regreso los paisajes de las planicies del magdalena medio se veían a lado y lado de la vía que salvo unos cuantos lunares, está en excelentes condiciones; por otra parte, el clima nos trató muy bien, llovió toda la noche justo unos minutos después de que llegamos a nuestro destino y escampó poco antes de amanecer, no vimos la lluvia y el sol no nos azotó en todo el camino.

Thursday, December 8, 2011

Bogotá - Duitama - Barbosa - Floridablanca

Este viaje de regreso a casa se convirtió en toda una hazaña: 533km, dos personas en una motocicleta, y casi el 70% del camino mojado y más de la mitad del recorrido bajo lluvias y lloviznas que a la verdad fueron las que incrementaron el tiempo del viaje.

Partimos de la casa de mi tía Zoraida en el sur de Bogotá a las 4:30, es muy chévere atravesar la capital a esa hora gracias a que casi no hay tráfico, aunque el transitó tocó con mucha prudencia debido a uno que otro que se cree Schumacher a pesar de tener las vías resbalosas.

Cerca de las 7:30 llegamos a el Puente de Boyacá, un sitio de gran importancia histórica para Colombia ya que en 1819 se libró la lucha que se conoce como Batalla de Boyacá; lastimosamente, debido al frío y la lluvia no pudimos tomarnos las fotos con mejor pinta que nuestros trajes de acuamán.  El sitio debe verse muy bonito en la noche, ya que tiene una gran cantidad de adornos para la temporada navideña.

Continuamos nuestro camino hasta Duitama, luego de desayunar en Paipa; allí vistamos de forma rápida a un amigo de mi papá: Luciano Lopéz, a quien yo tuve la oportunidad de visitar hace 2 años cuando por cuestiones laborales pasé por allá.
Estando allí teniamos un dilema: regresar hasta Tunja para retomar el camino hacia Bucaramanga, o aventurarnos por la vía que conduce por Charalá a San Gil.  Optamos por la prudencia y la prevención antes que por la aventura, así que nos encaminamos hacia Tunja aunque tomamos un desvío por Cómbita para no entrar a la ciudad.

Hasta el momento ya nos había cogido la primer lluvia, luego en el descenso que pasa por Arcabuco hasta llegar a Moniquirá, nos cogió el segundo, esta vez en un frío más intenso y con el esfuerzo de un descenso lento que le tocó a mi papá al comando de la moto.


En Barbosa ya el clima cambió, muy agradable y tiempo seco, cosa que solo nos duró hasta pocos kilómetros después de Santana, donde nos empezó la lluvia suave pero que solo acabó cerca del sitio Los Curos.

Era la primera vez que bajaba conduciendo la moto por pescadero de noche; eso fue una locura, muy peligroso, solo se alcanzaba a ver la calzada y las barandas y saber que al otro lado de estas se encontraba un oscuro abismo (aunque de vez en cuando salía un volador desde cerca del río debido a la celebración del día de las velitas); la cantidad de autos y camiones a los que nos cogió la noche en ese sitio, y las piruetas que tocaba hacer para poder sobrepasar a algún camión entre tanta curva, carretera mojada, llovizna suave y el deslumbramiento por las luces de los vehículos hacian de este tramo una fuerte prueba de manejo con muchos riesgos.
Aunque mi papá dice que manejé bien y que no asumimos riesgos, en mi opinión creo que si nos arriesgamos sin mucha necesidad en algunas ocasiones por imprudencias mías como de los otros conductores con los que casi chocamos.
En fin, la próxima tomaré las cosas con más calma aunque eso represente quizás una hora más de viaje.

Gracias a Dios pudimos llegar de nuevo a casa, el día festivo lo tomamos para descansar y organizar un poco las cosas luego del viaje, y ahora retomar nuestras actividades cotidianas.